Reseña "El maestro de esgrima" Arturo Pérez-Reverte

portada del libro el maestro de esgrima
—Se olvida usted de Dios. 
—No me interesa. Dios tolera lo intolerable, es irresponsable e inconsecuente. No es un caballero. 

En una entrevista, Arturo rez-Reverte confiesa que, esta conversación, es lo mejor y lo que más orgulloso está de haber escrito, y lo hizo, hace más de 30 años en su segundo libro, El maestro de esgrima.  

Bajo el hilo conductor del honorable arte de la esgrima, donde Reverte hace gala de su gran erudición, y de su habilidad narradora para metamorfosear los movimientos físicos en movimientos psicológicos, esta novela, habla sobre el poder político y económico, la honradez, y la extinción de los valores que a finales del siglo XIX agonizaban y de los que ahora ya no hay rastro. 

Ambientada en un Madrid galdosiano, con Prim amenazando entrar y la Gloriosa a la vuelta de la esquina, Jaime Astarloa, maestro de esgrima, sobrevive dando clase a señoritos, mientras ocupa sus ratos libres en encontrar un tiro definitivo, su particular Grial, la estocada perfecta. Pero su rutina se ve alterada cuando conoce a Adela de Otero, una de esas mujeres revertianas que pondrá todo patas arriba. Con un ritmo que va en aumento, a base de golpes de timón muy bien ejecutados, la trama pasa de ser, una novela histórica de violenta crisis política, a una novela de intriga policíaca, mientras se va ejecutando ese baile a punta desnuda, de gestos, valores, palabras, silencios, paradas en tercia o en octava, movimientos psicológicos, eróticos, de conquista, de arrebato, tiradas en cuarta, asesinatos, mentiras, traiciones y romanticismo, que hará que los personajes paguen con su destino. 

The New York Times: "Es una sutil meditación sobre los enigmas de la elección y el destino". 

Una de las particularidades que distingue a Reverte, adquirida por voluntad propia, es la creación de héroes. Y es aquí, en esta segunda novela, donde podemos ser testigos del primero de ellos, Jaime Astarloa. Es en esta figura donde se deposita todo el peso de los valores olvidados y del gusto por lo tradicional. Esa manera gallarda de afrontar la vida y la muerte sin más testigos que uno mismo, cuando miras al futuro y no ves más que pasado, cuando honor, patria y Dios ya no valen, y te haces tú tu propia regla, esa regla que inventaste para ti. 

Reverte: "Lucas Corso era lo que yo era, y Jaime Astarloa lo que yo hubiera querido ser cuando fuera viejo". 

En 1992, Pedro Olea, llevó esta obra a la gran pantalla, con Perez-Reverte, entre otros, como guionista. La película además de ganar tres Premios Goya, uno de ellos a mejor guión adaptado, fue nominada por la Academia para representar en los Premios Óscar de 1993, consiguiendo así una distribución en casi todo el mundo y varios premios internacionales.
portada de la pelicula el maestro de esgrima
 

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