—No me interesa. Dios tolera lo intolerable, es irresponsable e inconsecuente. No es un caballero.
Bajo
el hilo conductor del honorable arte de la esgrima, donde Reverte hace
gala de su gran erudición, y de su habilidad narradora para metamorfosear los movimientos físicos en movimientos psicológicos, esta novela, habla sobre el poder político y económico,
la honradez, y la extinción de los valores que a finales del siglo XIX
agonizaban y de los que ahora ya no hay rastro.
Ambientada en un Madrid galdosiano, con Prim amenazando entrar y la Gloriosa a la vuelta de la esquina, Jaime Astarloa, maestro de esgrima, sobrevive dando clase a señoritos, mientras ocupa sus ratos libres en encontrar un tiro definitivo, su particular Grial, la estocada perfecta. Pero su rutina se ve alterada cuando conoce a Adela de Otero, una de esas mujeres revertianas que pondrá todo patas arriba. Con un ritmo que va en aumento, a base
de golpes de timón muy bien ejecutados, la trama pasa de ser, una
novela histórica de violenta crisis política, a una novela de intriga
policíaca, mientras se va ejecutando ese baile a punta desnuda, de
gestos, valores, palabras, silencios, paradas en tercia o en octava, movimientos psicológicos, eróticos,
de conquista, de arrebato, tiradas en cuarta, asesinatos, mentiras,
traiciones y romanticismo, que hará que los personajes paguen con su
destino.
The New York Times: "Es una sutil meditación sobre los enigmas de la elección y el destino".
Una
de las particularidades que distingue a Reverte, adquirida por voluntad
propia, es la creación de héroes. Y es aquí, en esta segunda novela,
donde podemos ser testigos del primero de ellos, Jaime Astarloa. Es en esta figura donde se deposita todo el peso de los valores olvidados y del gusto por lo tradicional. Esa manera gallarda de afrontar la vida y la muerte sin más testigos que uno mismo, cuando miras al futuro y no ves más que pasado, cuando honor, patria y Dios ya no valen, y te haces tú tu propia regla, esa regla que inventaste para ti.
Reverte: "Lucas Corso era lo que yo era, y Jaime Astarloa lo que yo hubiera querido ser cuando fuera viejo".
En 1992, Pedro Olea, llevó esta obra a la gran pantalla, con Perez-Reverte, entre otros, como guionista. La película además de ganar tres Premios Goya, uno de ellos a mejor guión adaptado, fue nominada por la Academia para representar en los Premios Óscar de 1993, consiguiendo así una distribución en casi todo el mundo y varios premios internacionales.
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