El frío golpeando las ventanas,
las llamas de la chimenea bailando al ritmo del crepitar, una manta de lana
ajedrezada dejada caer sobre las piernas, los dedos acariciando el fino cristal
de una copa de vino tinto, y de fondo una voz incorpórea nos cuenta una
historia.
Como bien nos explica la
escritora en una magnifica introducción, este cuento es un regalo que se
heredaba de generación en generación en su familia y ahora nos entrega a
nosotros para que no se pierda, y generaciones venideras lo suficientemente sensibles, sepan apreciar los valores y
enseñanzas de la historia.
El relato, narra la lucha de dos
mujeres abandonadas por su tribu, en un periodo de hambruna, frío y escasez de
recursos. Pero cuenta mucho más. Como toda fábula que se precie, viene
condimentada de ideas, reflexiones, valores y enseñanzas, que sin duda no
acabaran una vez cierres el libro.
Velma Wallis, descendiente de
Gwich’in, nació a sólo unos pocos kilómetros del Círculo Polar Ártico, y conoce
muy bien las dificultades a las que estas dos ancianas se enfrentan. Lo
demuestra con definiciones concretas de herramientas y procedimientos de caza.
Su abuela logró sobrevivir a una hambruna en la zona de Circle City, en la que
perdió a su madre, a varios hermanos y a otros muchos de su grupo que también
vivían de la tierra.
Mashi Choo a
todos.
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